miércoles, 6 de mayo de 2015

CAMBIOS DURANTE EL PROCESO DE ENVEJECIMIENTO




     El envejecimiento facial se da en todos los tejidos de la cara: 
  • El hueso sufre de osteoporosis y va disminuyendo su tamaño.
  • Los músculos también se ven afectados y se vuelven más fuertes debido a las expresiones faciales repetidas y a su función de cerrar orificios, de esta forma esa acción repetida de los músculos  afecta la piel y comienzan aparecer surcos y las arrugas del código de barras de cerrar la boca y pronunciar, también
  • las patas de gallo, provocadas por la acción de apretar los ojos y sonreír.  



  • Por otro lado el envejecimiento facial incide también en la dermis y la epidermis, que son dos capas de la piel donde pueden aparecer manchas solares, venitas, irregularidades cutáneas, arrugas y la temida flacidez por disminución del colágeno, la elastina y el colágeno propio. A medida que vamos envejeciendo fabricamos menos de todos estos componentes, que son estructurales para nuestra piel.
  • Podemos citar la afectación de la grasa subcutánea. La grasa de la cara no es uniforme. Es
    decir, no tiene la misma presencia en todo el rostro: es más abundante en zonas como las mejillas, las zonas cóncavas y la papada. La grasa está fijada al hueso mediante unas estructuras anatómicas que se llaman ligamentos. Estos ligamentos determinan la forma en que envejecemos: dan forma a los surcos nasogenianos (los surcos que van de la nariz a la boca), también los surcos de la comisura de la boca (líneas de marioneta) y la forma en la que la piel va descendiendo y marcando la flacidez cutánea de la mandíbula.

  
 Debido a todo lo expuesto anteriormente se evidencian ciertos signos de envejecimiento.

  1. Arrugas y líneas de expresión: La gravedad de las
    arrugas de la piel varía con factores 
    como la exposición solar, el tabaco o la herencia genética. Las líneas de expresión, por otra parte, son resultado de acciones repetitivas, y son más visibles alrededor de la boca, ojos, frontales, nasobucales.
  2. Textura de la piel no uniforme: con el simple paso del tiempo la piel se afina, se vuelve más frágil, perdiendo gradualmente su elasticidad y su aspecto uniforme.
  3. Pigmentación desigual: con los años disminuye la producción del pigmento natural de la piel, la melanina.
  4. Falta de luminosidad: la pérdida de la luminosidad significativa en la piel del rostro se debe fundamentalmente a la disminución de la actividad hormonal en las mujeres a partir de los 40 años.
  5. Poros visibles: el poro es la apertura por donde sale el pelo que crece. Cada pelo tiene una glándula sebácea que produce el sebo que necesita la piel para estar lubricada. Después de los 40 años los poros se hacen más visibles sobre el rostro, lo que tiene un impacto estético negativo en las mujeres.
  6. Manchas de la edad: aparecen manchas oscuras sobre
    la piel como consecuencia de la exposición solar. Lo que e conoce como fotoenvejecimiento.
  7. Sequedad y tirantez de la piel: la piel se deshidrata y se torna seca y rugosa. La suavidad de la piel está directamente relacionada con la presencia de agua. Para proteger a la piel de la pérdida de agua, las glándulas sebáceas producen una sustancia aceitosa llamada sebo. Con los años, decrece la producción de éste, y ello sumado las condiciones ambientales, hacen que la piel pierda agua y se torne más seca y tirante.
 
 

    Conocer a fondo estas estructuras anatómicas es fundamental para tratar el envejecimiento facial, tanto con cirugía como con procedimientos no quirúrgicos como pueden ser el plasma rico en plaquetas, luz pulsada intensa, Radiofrecuencia, los rellenos como ácido hialurónico  y lipofilling, y la aplicación de toxina botulínica.

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